El secreto de Microsoft para lograr un mayor bienestar laboral
Fecha de la última actualización 17 abr 2025

Hubo un momento,no hace mucho, en que ser productivo significaba estar siempre conectado. Responder rápido. Tener la agenda llena. Saltar de reunión en reunión. No quejarse. Ir al límite. Ser el primero en llegar y el último en irse, aunque ya estuviéramos trabajando desde casa.
Después de la pandemia, algo se rompió. El trabajo remoto masivo trajo flexibilidad y consigo fatiga. Una nueva forma de agotamiento que no se sentía como cansancio físico, más bien como una niebla mental permanente. Un “no puedo más” silencioso que se volvía cada vez más común entre los equipos. Las herramientas seguían funcionando, los proyectos avanzaban, pero en el camino se perdía la energía humana.

Por ello, empresas como Microsoft han tenido que evolucionar ante una fuerza laboral que pide, necesita y espera un enfoque de bienestar más integral. La empresa se ha convertido en un referente de compromiso laboral gracias a su cultura basada en la empatía, crecimiento e inclusión.
Ahora bien, el camino que han seguido para convertirse en referentes de bienestar y de employee engagement no ocurrió de la noche a la mañana. Comenzó con una visión clara y un compromiso con un cambio significativo.
En este artículo hablamos con Kristen Roby Dimlow, VP Corporativa de Total Rewards en Microsoft, sobre los retos, las acciones y los beneficios que han obtenido de su estrategia de bienestar laboral.
Lo primero: comenzar a escuchar más
Una de los cambios que hizo Microsoft fue escuchar más a sus colaboradores. Pero no escuchar como protocolo, sino como acto profundo de empatía.
Realizaron entrevistas a más de 30.000 personas en todo el mundo, analizaron millones de interacciones en plataformas como Teams y Outlook, y cruzaron datos con encuestas internas. Lo que encontraron fue claro y delicado; las personas estaban trabajando más horas, durmiendo menos, en más reuniones, con menos pausas. Y lo peor, muchas ni siquiera sabían que estaban mal.
En la serie documental oficial de Microsoft titulada The New Future of Work, hay un momento especialmente poderoso en el que una colaboradora cuenta cómo solía llorar entre reuniones. No lo decía porque se sintiera víctima. Lo decía desde un lugar de brutal honestidad porque sabía que no estaba sola.
Y no lo estaba. Esa sensación de estar funcionando, pero no viviendo, se había extendido. No importaba el cargo ni el país. El problema era estructural.
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La humanización del bienestar
Kristen cuenta cómo el cambio que tenían que llevar a cabo era, tanto de beneficios, como de visión. Ella lo resume con una idea que es oro para cualquier organización: “Tenemos que ver al colaborador como un ser integral, no solo como alguien que entrega resultados.”
Ese enfoque integral no solo sería una teoría. Microsoft comenzó a replantear el bienestar desde tres dimensiones: salud mental, salud física y salud financiera. Se atrevieron a ir más allá.
Por ejemplo, incorporaron acompañamiento para colaboradores que estaban atravesando dificultades familiares. Crearon coaching para padres con hijos adolescentes que están por entrar a la universidad. Ofrecieron asesoría para quienes desean formar una familia, ya sea con hijos o con mascotas, entendiendo que las redes de afecto no son iguales para todos. Incluso diseñaron beneficios pensados en parejas del mismo sexo o familias no tradicionales, porque entendieron que el bienestar no puede ser uniforme: tiene que ser inclusivo, personalizado, real.
Te recomendamos leer sobre cómo fortalecer una estrategia de diversidad e inclusión laboral.
El bienestar como estrategia integral
Kristen enfatiza una verdad que muchas empresas temen admitir: Un dólar invertido en bienestar mental no solo se recupera, sino que se traduce en bienestar físico, emocional y financiero. Y hay formas de claras de calcular el retorno de inversión de los programas de bienestar.
No se trata de adivinar. Son datos. En nuestro estudio sobre el ROI del Bienestar, miles de líderes de RR.HH. nos confirmaron que por cada dólar invertido en salud mental, se recuperan al menos el doble en reducción de ausentismo, costos médicos y rotación. Y en Microsoft lo vivieron. Desde que comenzaron a priorizar el bienestar, la productividad mejoró, pero también la retención, la satisfacción y el orgullo de pertenecer.
Te contamos el paso a paso de para implementar un programa de bienestar laboral efectivo
El enfoque cambió. Ya no se trataba de poner una clase de yoga en la agenda y llamarlo bienestar. Se trataba de crear una red de apoyo real que pudiera acompañar al colaborador en todas sus etapas de vida.

Porque una persona feliz no es alguien que recibe una snacks los viernes. Es alguien que siente que su empresa está con ella cuando tiene insomnio, cuando su hijo necesita orientación, cuando tiene dudas sobre adoptar o cuando simplemente no puede más. Eso es lo que se conoce como salario emocional, un concepto clave para aumentar la satisfacción y el sentido de pertenencia.
El gran olvidado: comunicar los beneficios
Uno de los mayores descubrimientos de Microsoft fue que la mayoría de los empleados no sabían que tenían tantos beneficios. Estaban ahí, pero no se veían. Se perdían entre boletines, en correos corporativos que nadie abría, en documentos que solo utilizaba Recursos Humanos. Ahí Microsoft entendió algo clave: de nada sirve tener beneficios si nadie los conoce.
Por eso decidieron cambiar la forma de comunicar. Y ahí entró en escena una herramienta olvidada por muchas empresas: el storytelling. Porque una cosa es recibir una lista de programas. Otra, muy distinta, es escuchar la historia de un compañero que se salvó del agotamiento gracias a un coach emocional, o de una madre que pudo organizar la educación de su hijo con ayuda del portal de bienestar. Las historias conectan. Humanizan. Inspiran.
Así nació una campaña interna donde los mismos empleados de Microsoft contaban cómo los programas les habían cambiado la vida. Y la cultura empezó a cambiar. Porque los beneficios dejaron de ser “cosas que da la empresa” y empezaron a verse como actos reales de cuidado.
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Un portal, muchas formas de acompañar
Una de las decisiones más acertadas fue la creación de un portal de beneficios unificado. Allí, cada colaborador puede encontrar lo que necesita: desde ayuda psicológica hasta formación en línea, desde actividades presenciales de mindfulness y yoga hasta asesoría legal o financiera.
Todo en un mismo lugar. Accesible. Claro. Emocionalmente empático. Porque si la vida es compleja, el bienestar debe ser sencillo.
Pasar del aislamiento a la comunidad
La pandemia dejó huellas invisibles. Aisló a las personas entre sí. Pero también las alejó de sus instituciones. Microsoft lo notó. Las cámaras apagadas en las videollamadas no eran solo por distracción. Eran síntomas de desconexión. Y la única forma de sanar eso era volviendo a hablar, a mirarse, a escucharse.
Por eso la empresa promovió espacios de reconexión emocional. No como dinámicas obligadas, fueron encuentros reales. Momentos para hablar de KPIs, pero hablar de cómo estamos. Para volver a sentir que trabajamos con otros, no solo para otros. Porque una organización que no cuida sus vínculos, tarde o temprano, se rompe por dentro.
Microsoft Japón: el experimento que desafió la lógica empresarial
Una historia de cambio paralela comenzó cuando Microsoft Japón, en un ejercicio de experimentación controlada, decidió cerrar sus oficinas todos los viernes durante un mes completo.
La propuesta era tan provocadora como clara: mantener el salario, pero trabajar solo cuatro días a la semana. La idea no era dar vacaciones encubiertas, era ver qué pasaba cuando se confiaba en que las personas, con más tiempo para sí mismas, podrían trabajar mejor. Lo que ocurrió fue sorprendente, incluso para los más optimistas. La productividad aumentó un 40 por ciento. Las reuniones se volvieron más eficientes. La gente reportó sentirse más creativa, más descansada, más viva.
Ese experimento generó resultados medibles y abrió una conversación necesaria dentro de la empresa. En las oficinas de Redmond, Seattle, sede global de Microsoft, los líderes comenzaron a preguntarse si ese modelo podía escalarse, adaptarse, replicarse. Pero para hacerlo, primero había que cambiar una mentalidad profundamente arraigada: la de que el trabajo es una prueba constante de resistencia.
Una nueva visión de liderazgo: del control al cuidado
Jared Spataro, vicepresidente corporativo de Microsoft 365, fue una de las voces más firmes en este cambio. En una serie de reflexiones que compartió con su equipo, y que hoy forman parte del relato oficial del cambio cultural. Spataro explicó que no se trataba de trabajar menos por capricho, el objetivo era trabajar mejor por convicción. Lo que se buscaba no era reducir el esfuerzo, era dirigirlo con más inteligencia, con más humanidad.
En sus palabras, "el futuro del trabajo no es hacer más, es hacer lo que importa de forma más sostenible."
Desde esa premisa, Microsoft comenzó a rediseñar sus prácticas internas.
Fue una cuestión de implementar más programas de bienestar pensados en las necesidades del colaborador. Se preguntaron si la forma en que usaban las herramientas digitales realmente ayudaba, o si a veces eran parte del problema. Se cuestionaron cuántas reuniones eran realmente necesarias. Analizaron cómo la tecnología podía ser una aliada para promover la desconexión, en lugar de un látigo invisible que mantenía a todos activos más allá del horario laboral.
Tecnología para el bienestar laboral: Microsoft Teams y Viva
De esa reflexión nacieron cambios concretos. Microsoft Teams integró recordatorios para programar descansos y evitar que las reuniones se encadenaran sin pausas. Se incluyeron funciones que sugerían horarios más saludables. Se incorporaron métricas que permitían a los líderes ver, en tiempo real, si sus equipos estaban cayendo en patrones de agotamiento. No como una forma de control, más bien como una manera de cuidar. El software no solo debía facilitar el trabajo, debía proteger a las personas que lo usaban.
Pero los cambios más importantes no estaban en las plataformas. Estaban en las conversaciones. Las reuniones internas empezaron a tener pausas intencionales para hablar de cómo se sentían los equipos, no solo de qué estaban haciendo. Se empezó a respetar el tiempo personal. Los líderes comenzaron a hablar en voz alta de sus propios límites, a decir cuándo necesitaban descansar, a reconocer que cuidar la salud emocional no era una debilidad, sino un acto de liderazgo consciente.
El cambio cultural desde la voz de los colaboradores
En ambos procesos, tanto el narrado por Kristen, como el de Jared Spataro, coinciden en escuchar a varias personas de Microsoft hablar con una honestidad conmovedora.
Historias como la de una líder que reconoció sentir culpa por tomarse tiempo para almorzar con su familia. Otro que aprendió a decir “no” a las reuniones innecesarias. Una gerente que compartió cómo ahora prefiere un equipo motivado que uno simplemente “eficiente”. Lo que se respira en cada testimonio es la misma sensación: al bajarle la velocidad al trabajo, la calidad humana subió.
La narrativa interna cambió. Se dejaron atrás frases como “hay que estar disponibles siempre” y comenzaron a adoptar otras como “tenemos derecho a pausar” o “el silencio también es parte del trabajo”. De una cultura del hacer sin parar, pasaron a una cultura del pensar, sentir y crear con más claridad.
La resistencia no desapareció de un día para otro. Como en todo proceso de cambio profundo, hubo dudas, hubo líderes que se preguntaban si todo esto era viable.
Pero poco a poco, los resultados hablaron más fuerte. Las encuestas internas mostraron mayor satisfacción, menor rotación, más innovación espontánea. Y sobre todo, una sensación de orgullo: trabajar en un lugar donde se cuida a la gente se volvió motivo de pertenencia.
¿Qué pueden aprender las empresas en México de este nuevo enfoque de bienestar laboral?
El caso de Microsoft no es una receta universal, pero sí una brújula. En México, donde hay mucho espacio de mejora en temas de bienestar laboral, flexibilidad ysalud mental, el ejemplo de Microsoft es una invitación a repensar la relación entre tiempo, productividad y wellbeing.
No se trata de copiar lo que ellos hacen, sino de inspirarse en su lógica: poner a las personas primero no solo es justo, es rentable. En organizaciones grandes o pequeñas, en sectores industriales o creativos, el reto es el mismo: construir culturas donde trabajar no signifique dejar de tener un balance con los otros aspectos de la vida diaria. Y esto comienza por crear un verdadero balance entre vida y trabajo. Esto hace que los resultados no se midan en entregables, se midan en humanidad compartida. Y donde el liderazgo se defina no por el poder que ejerce, sino por el cuidado que ofrece.
Si estás comenzando, esta guía práctica de bienestar corporativo te puede ayudar a trazar el camino.
El nuevo liderazgo basado en bienestar
Ejemplos como el de Microsoft nos muestran que, el verdadero liderazgo se mide por el cuidado, donde la salud mental es la base. Que el rendimiento no es enemigo del equilibrio, es su consecuencia. Que las empresas que entienden eso están diseñando el futuro, no reaccionando al pasado. Existen estilos de liderazgo más efectivos para lograrlo sin perder el foco en los resultados.
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